Regresando
Con no mucho convencimiento retorno al mundo de los blogs, en parte por el blog de Derecho familiar del buen De la Mata. En fin, trataré de publicar con cierta frecuencia. Saludos a quienes aún les interese
Caray me vi en la necesidad de modificar esto, porque ya sólo se trata de publicar lo que se me venga a la mente, la verdad la inteligencia emocional me sigue pareciendo interesante pero no es para tanto.
Con no mucho convencimiento retorno al mundo de los blogs, en parte por el blog de Derecho familiar del buen De la Mata. En fin, trataré de publicar con cierta frecuencia. Saludos a quienes aún les interese
¿Quién ama más? ella, que sólo piensa en él, o él, que ya no puede pensar con claridad.
Como todos sabemos, nuestra selección nacional de futbol, jugó como nunca y perdió como siempre. Los odiosos argentinos nos la volvieron a hacer, pero que podemos decir. Mejor avoquémonos a una curiosidad sucedida en el partido.
Eran aproximadamente las 5:30 de la mañana y súbitamente la música calló, los meseros rápidamente recogían todo el desastre armado y el “Tucán” decía -Ya no hubo dinero para la parrillada-. La graduación se había terminado, quedaba atrás una noche similar a otras pero con un significado distinto a cualquier evento anterior. Baile, sudor, abrazos, alcohol; de todo hubo y todo era ya pasado. Extraña fue la sensación al ver como los asistentes se retiraban presas del sueño, la borrachera, y algunos ya de la cruda. Pero esa noche del 22 de junio, tiene un gran parecido con lo que representó la preparatoria, por supuesto no todos los que la empezaron la pudieron terminar, los momentos y circunstancias emotivas fuero incontables, la mezcla de tristezas y alegrías no envolvió en una extraña maraña de sensaciones, que solas no tenían sentido pero en conjunto nos decían, a la manera de cada quién, Adiós.
Estábamos en clase del zootecnista Huerta, y éste comenzaba a enojarse debido al relajito del grupo, entonces optó por amenazarnos con perder el famosísimo punto que ganamos en la convivencia. Ante esa situación, yo con mi habitual cinismo académico, interrumpí el frágil silencio para platicar con el buen Ganem. Viendo tal acción, el veterinario fideísta nos fulminó con el cumplimiento de su promesa: