Ex Inteligencia emocional

Caray me vi en la necesidad de modificar esto, porque ya sólo se trata de publicar lo que se me venga a la mente, la verdad la inteligencia emocional me sigue pareciendo interesante pero no es para tanto.

diciembre 19, 2006

¿Porque escribir un blog?




Yo escribo éste pequeño espacio de expresión personal debido a que me obligaron a hacerlo, no sería honesto decir que es una iniciativa personal, ya que si no fuera por una asignatura nueva y un tanto cuanto peculiar en AIV, yo jamás hubiera hecho un blog.
Es así que el profe Padilla nos exige cierto número de publicaciones al mes para no ponernos un cero como una dona.

La reflexión viene en torno a lo siguiente, esa sensación de tener que hacer algo, sentirnos forzados, provoca, sobretodo en gente joven una rebeldía natural por no hacerlo, agregándole la pereza de la carga que implica la obligación.
En varias ocasiones he pasado lapsos grandes de tiempo sin escribir nada, y es que como ya lo dije, se requiere cierta disciplina que en lo particular me da flojera adquirir, aun cuando disfruto mucho redactando estos pequeños artículos, no deja de ser un trabajo de escuela.

Sin embargo, nosotros tenemos el control sobre nuestras acciones, he incluso sobre la forma en como vemos las cosas. Muy fácil sería ver las publicaciones en el blog como una mera obligación y simplemente cumplirlas o aceptar las consecuencias de no hacerlo, pero la situación cambian si logramos adquirir un compromiso personal con la ocupación, no hacer las cosas porque son nuestro deber sino al contrario, tener un convencimiento por hacerlas, solamente así estaremos haciendo uso de nuestra libertad y dejaremos de ir donde nos lleve la corriente.

diciembre 04, 2006

Un árbol de esperanza



En casa de unas personas muy allegadas la navidad ha estado ausente desde hace ya más de cinco años, desde la muerte de la madre de familia. El padre y su único hijo, durante los últimos seis años han evadido lo más posible todo espíritu navideño, sin embargo en este diciembre recién comenzado decidieron por fin reabrir el tema navideño e introducirlo en sus vidas.

Un árbol de navidad llegó a esa casa y por primera vez en años, el fulgor de las luces de esa costumbre navideña toco sin que ninguno de los dos esperara las membranas íntimas de su corazón y emociones. Luces llenas de recuerdos vividos, de la alegría del regreso, pero sobre todo de esperanza futura. Un sentimiento que su ser no sentía ya en muchos años, ese es el árbol de esperanza y cada uno de nosotros nos debemos esforzar también para encontrar ese árbol que vuelva a llenar de sentido alguna parte hueca de nuestras vidas.

La necesidad del perdón



El orgullo, considerado en la cristiandad como uno de los siete pecados capitales, sería en este caso el contrario del perdón.

Uno impulsado por el amor a uno mismo y el desprecio por lo demás, el otro todo lo contrario, otorgado por el amor noble de una persona a sus semejantes y reconociendo que el error muchas veces cabe en la persona propia.

¿Qué se siente cuando se pide perdón?

No a caso el encuentro del hombre con el perdón es de lo más hermoso que se puede ver y sentir. Y no a caso las reacciones motivadas por el orgullo son las más destructivas de todo tipo de relaciones.

No nos tapemos los ojos, aunque cueste trabajo pedir perdón, la sensación posterior a la reconciliación está llena de poder y felicidad. Esa mezcla de paz, tranquilidad y satisfacción, que sólo puede comenzar con la voluntad de uno mismo.

Es algo que vale la pena vivir, ya que nos hace vivir conforme a nuestra propia naturaleza y que por lo tanto nos llena de felicidad.

El valor de la amistad




En el caminar por este mundo, sin duda uno de los más grandes placeres es la amistad.

Esa hermosa sensación de sentirse querido y apreciado solamente por ser quienes somos, ese constante dar y recibir que no pesa, saber que no hay problema en el cual estemos solos.

Dos valores son imprescindibles para que florezca una amistad:

Congruencia y sinceridad.
Ser en todo momento la misma persona, no aparentar. Traer un disfraz por la vida no es agradable, ni para quien lo usa ni para quien lo detecta.
Deseo alentar a todos los lectores de este pequeño artículo, a que sean auténticos, si se demuestran tal y como son, no serán rechazados y encontrarán sin duda un círculo de personas donde embonen perfectamente.

En boca del mismo Cristo se escuchó “El que encuentra un amigo, encuentra un tesoro”

Ayúdese, platíquelo



A lo largo de nuestra vida nos topamos con diversos tipos de conflictos, tanto internos como externos, y mucha gente incluyéndome entre ellas, buscamos resolver todo sin ayuda. “Solito puedo”, frase que casi nunca decimos, pero cuantas veces la pensamos y aún más, cuantas veces intentamos solucionar nuestros problemas con esa fórmula.

Aclaro, no es esta pequeña reflexión una invitación al desden y a la irresponsabilidad, simplemente pregunto ¿Cuánto avanzamos en la resolución de conflictos bajo la filosofía del “solito puedo”?
En experiencias personales, diré que muy poco, cada quién conteste con sinceridad su caso. Ahora bien, en caso de opinar lo mismo que yo, continúe con mi reflexión.
¿Qué cree que pasaría si algunos de sus problemas los compartiera con personas inteligentes y que le tienen aprecio a usted? ¿No le parece lógico que su situación mejoraría?
Recuerde que no es que usted sea tonto, simplemente cuando tenemos un problema enfrente, tendemos a magnificarlo y acabamos “ahogados en un vaso de agua”. Además dos cabezas piensan mejor que una, y los consejos pueden abrir caminos que en medio de la nebulosa tormenta del conflicto, no veíamos nosotros.

La importancia de no quedarse con nada




En la vida de cualquier ser humano, se generan problemas, los cuales de primera siempre son tratados de resolver con la razón, y es que es propio del hombre utilizar su preciadísima racionalidad, cualidad que lo distingue de los demás seres, sin embargo se olvida con mucha frecuencia del otro grandísimo factor que lo hace humano. La capacidad de sentir, y es que la mayoría confía más en su cerebro que en su corazón. Aquí viene la reflexión, ¿Quién que se diga feliz vive despreciando sus emociones? ¿Cómo vivir de acuerdo a nuestra naturaleza de hombres sino escuchando nuestro corazón?

De nuevo vemos con claridad la importancia de madurar nuestras dos inteligencias a la par, de lo contrario nos quedaremos con una parte del alma amputada.

Ojo, esta no es una invitación a no pensar, pero sí pretende crear conciencia en que las capacidades que nos llevan a nuestro fin, cualquiera que se quiera decir que es este. Ya sea en esta Tierra (la felicidad) o creyendo en la trascendencia (Dios), son conseguidos en gran medida por nuestra hermosa capacidad de amar.

Y como dice mi buen amigo Lauro “Baja los problemas de la cabeza al corazón”

Luchando por los más elevados principios




Como mexicano que soy, imposible sería para mí no dar una opinión de los más recientes acontecimientos entre los poderes que gobiernan nuestra unión.

El legislativo dividido más que nunca, ya vimos en repetidas ocasiones los disturbios en San Lázaro, los representantes del pueblo ignoran lo que son y su única prioridad es como decimos aquí “jalar agua para su molino”, la inmensa mayoría se olvida que por lo que deben velar es por los intereses y preocupaciones de la gente que los llevo a su curul y no por sus estúpidos intereses partidistas.
Por otro lado el gigantesco vacío de poder, al cuál nos llevo la democracia mal entendida del que afortunadamente ya se encuentra descansando en su rancho.

En fin, los problemas del México que vivimos son en buena medida por la falta de amor verdadero y desinteresado al país de nuestros antepasados, que se ven fácilmente desde las más altas esferas del país hasta las más comunes.

Ya deberíamos haber aprendido por historia, que no basta pensar en lo bueno sino que hay que estar convencidos de ello, la unión aquí de la inteligencia racional y la emocional son obligatorias para el sano desempeño de la vida personal, en la cuál siempre debemos aspirar a alcanzar los más dignos ideales, entre ellos el Patriotismo.